Su formación en ingeniería agronómica contrasta con su pasión por el arte y la arquitectura. Llegando a reconocer que se trata de un arquitecto frustrado.

Naciendo en Valencia, y teniendo tan cerca Ruzafa, el Carmen, el Cabañal, Benimaclet, es normal que pinte casas. Edificios, casitas, comercios, fachadas, donde, en algunas ocasiones, se expresan intenciones y emociones más allá de la necesidad de cobijo y protección que proporciona una vivienda. A Pere le encanta precisamente ese esfuerzo por crear belleza diaria, cotidiana, universal. Como contrapunto odia las casas ostentosas y las iglesias.

Sus dibujos son simplemente alzados, sin perspectiva, fieles a la realidad, mezcla de delineante naif y acuarelista técnico de color plano… riéndose de sí mismo suele decir “… todo al revés, propio de un auténtico impostor infiltrado en el mundo del arte”.

Un Rotring de 0,1 mm (conseguido en Wallapop) y una paleta de poco más de 10 colores son suficientes para recrear sus casas en papel de grano grueso.

Una recomendación; mientras las grandes obras hay que tomar distancia para apreciarlas, estos dibujos hay que verlos de cerca, donde la irregularidad del trazo y el error cobran vida, y a veces, se disfrutan.